Anne Reid
Ver nota metodológica al final del trabajo.
Hablar de la fonna de producción agrícola conocida como chinampas es hablar de la hlstoria de Ciudad de México. Hay evidencia que sefiala su origen hace unos 1500 a 2000 años; más tarde representaron uno de los soportes principales del Imperio Azteca. Este agroecosistema, basado en un método único de cultivo, optimizó la explotación de los recursos ambientales del Valle de México, tales como su hidrología, topografía y especialmente el uso del agua y de los suelos. A partir de la conquista estos elementos se toman objeto de conflictos, para su control y uso, tanto agrarios como entre la Ciudad de México y su entorno. Finalmente, en 1980, después de siglos de abastecer a la ciudad, las chinampas de Iztapalapa desaparecen para construir ahí la nueva Central de Abastos de la Ciudad de México.
Este trabajo forma parte de un proyecto para rescatar y difundir la hlstoria de las chinampas. Se realiza en primer lugar una descripción de su tecnología, particularmente se sefialan aspectos hlstóricos significativos en su desarrollo, para tenninar con un análisis de su desaparición.
Las chinampas representan uno de los métodos de cultivo más intensivos y productivos creado por el hombre. Construidas artificialmente sobre pantanos -el agua estancada es esencial para su operación- la distribución de las chinampas está diseñada para captar la humedad. El sistema de absorción evita en gran medida la necesidad de regar los cultivos. Utiliza suelo fértil y los fertilizantes orgánicos son producto del mismo ecosistema, el lodo sacado del fondo de los canales y el lirio acuático seco, a veces mezclado con estiércol de vaca. El empleo del almácigos pennite maximizar el uso del tiempo y espacio. A lo largo de este sistema de cultivo intensivo se requiere únicamente de técnicas manuales
La productividad de las chinampas es muy alta. Se calcula que la producción en maíz de las chinampas que abastecían a Tenochtitlán llegaba a tres toneladas por hectárea. Actuillmente, según Sanders(1957) el promedio de rendimiento obtenido en el cultivo de maíz es de 4,000 Kg. por hectárea.
En las chinampas de Iztapalapa se producía principalmente maíz, frijol, chile verde, tomate (cultivados desde tiempos prehispánicos), y alcachofa, lechuga, col, zanahorias, cebolla, rábanos, (introducidos de Europa), además de hierbas como el romero y el cilantro, y flores como la amapola (hasta que les fue prohibido su cultivo). Existía también la caza y la pesca en los canales y las chinampas: carpa, cuiles, patos y aves como chichicuilotes.
En su estudio sobre los orígenes y la naturaleza de las chinampas, y su relación con las culturas prehispánicas del centro de México, Coe (1964) afirma que " ... quienes construyeron Teotihuacán también crearon a las chinampas".
Armilla (1970) investigó, dentro del marco de la arqueología del paisaje, el papel del hombre en la conformación del paisaje del Valle de México durante los 2000 años antes de la conquista. Presenta evidencia de la existencia de chinampas varios siglos antes de Cristo. Plantea que posteriormente se redujo el ritmo de aprovechamiento de los pantanos entre el siglo 1 y el año 1200 d.C., probablemente por cambios hidrográficos en la cuenca. El auge de las chinampas ocurrió entre 1400 y 1600.
Tanto Armilla como Coe manejan la tesis que las chinampas fueron el soporte del Imperio Azteca.- Coe describe cómo los aztecas adoptaron el sistema de chinampas que ya existía en las orillas del lago y caracteriza a Tenochtitlán como una ciudad de chinampas. Armilla estima, para este entonces, un total de 120 km2 de pantanos reclamados, equivalente a 900 hectáreas de suelo productivo. Es posible que las hortalizas de estas chinampas proporcionaran alimentos a unas 100,000 personas.
La zona chinampera era un sistema hidráulico gigantesco basado en la desecación del lago y el manejo del agua. En el siglo XV Netzahualcóyotl, rey de Texcoco, construyó un sistema de presas y canales. Supervisó la construcción de un dique enorme separando el agua salitre del Lago de Texcoco del agua dulce de La Laguna. El dique media unos 12 kilómetros y 20,000 hombres trabajaron en su construcción. Protegió a Tenochtitlán de inundaciones y aseguró la agricultura de las chinampas al sureste de la Laguna.
Las chinampas de Iztapalapa se beneficiaron de esta obra, que complementaban las presas, calzadas, acueductos y canales de este asentamiento culhua-mexica; Bataillon (1972) describe su patrón de conservación ambiental, reconociendo de nuevo la extraordinaria productividad de las chinampas. Argumenta que las chinampas englobaron a la economía doméstica y la economía urbana como un todo.
Iztapalapa fue una de las principales comunidades culhuas en el siglo XII (Castillo, 1983), conquistada por los mexicas hacia 1430. En esta época tenía una importancia especial, porque en el Cerro de la Estrella se celebraba cada 52 afi.os la ceremonia del Fuego Nuevo.
A la llegada de los espafioles Iztapalapa tenía unos 10,000 habitantes, que poblaban una ciudad con palacios y un jardín botánico para plantas de ornato y medicinales. En 1521, después de la resistencia de los habitantes, es conquistada y casi destruida por el ejército de Hernán Cortés, con alrededor de 5 ,000 muertos. Durante los primeros afi.os de la dominación espafi.ola pierde más de 2 terceras partes de su población y para 1580 hay menos de 3,000 personas viviendo en Iztapalapa.
A partir de la conquista, los elementos que forman la base del ecosistema de las chinampas, el agua y la tierra, se vuelven los puntos críticos de los conflictos agrarios y urbanos de los siguientes 400 años.
El agroecosistema del Valle de México representaba un obstáculo para el modelo de desarrollo urbano de los espafioles.
Se rellenaron muchos de los canales de Tenochtitlán para permitir el tráfico de vehículos de tracción animal, dejando las canoas a los indígenas (Castillo, 1983). A mediados del siglo XVI se inician las obras para el desagüe de la Ciudad de México y con él una continua desec'ación del Lago.
Un siglo más tarde, hay evidencia de una importante pérdida de humedad en la zona de Iztapalapa, cuya población llega apenas a unos 500 habitantes (Nolasco, 1981). Para el siglo XIX el ecosistema tenía ya tiempo de estar desequilibrado y la zona chinampera del Valle de México se ve reducida a una fracción de su tamafio previo (Armillas, 1971).
Iztapalapa fue uno de los puntos claves del sistema lacustre Chalco-Xochimilco-Texcoco. A partir de esto, los chinamperos se vieron afectados por las pugnas acerca del cambio en el curso de las aguas y por los proyectos de desecación. Durante el siglo XIX, estos conflictos entre los campesinos del pueblo de Iztapalapa y las autoridades o hacendados fueron resueltos casi siempre en favor de los hacendados, quienes pugnaban por el paso del agua sobre sus propiedades o dando prioridad a salvar la ciudad de México de inundaciones (Castillo, 1983).
En 1900 las grandes obras de drenaje del Lago de Texcoco bajan aún más el nivel del agua, solamente se conservan chinampas en el norte del pueblo de Iztapalapa. Para 1938 el lago es desecado totalmente y el área de las chinampas de Iztapalapa se reduce aún más (Nolasco, 1981).
Al principio del siglo, a pesar de la reducción de la zona chinampera, Iztapalapa, betacalco y Xochimilco todavía surtían a toda la ciudad de productos agrícolas.
Según testimonios de los chinamperos, se mantenía una alta productividad debido a los ojos de agua en Iztapalapa (en lo que ahora son las calles de Gavilán, Moctezuma e Hidalgo).
En 1910, a pesar de la buena calidad y la abundancia de las cosechas, la mayor parte de la producción no era aprovechada debido a que la ciudad se encontraba sitiada a causa de la Revolución y los productos no podían ser llevados al mercado para su venta. Las personas que tenían ganado tiraban aproximadamente 100 litros de leche por día, y poco después optaron por hacer quesos con esta leche.
Los productos eran vendidos en el mercado de Jamaica y hasta 1940 se transportaban en canoas o chalupas por el Canal Nacional conocido por algunos como "el Arquito". En esta época había una compuerta que se abría a las cuatro de la mañana para dar paso a la gente que iba a vender sus productos al mercado de Jamaica.
Hasta mediados de los afios 40 los canales de La Viga, Tezontle y Apatlaco desembocaban en el mercado de Jamaica y eran el principal medio de transporte y distribución de la producción agrícola de los chimamperos.
Luego desaparecieron los ríos y canales debido a la desecación de los lagos de Texcoco y Chalco, el entubamiento de los ríos y el agotamiento de los manantiales (la perforación de pozos en los 40 bajó de nuevo el nivel del agua en las chinampas) contribuyendo a que el suelo pantanoso se convirtiera en salitroso (Castillo, 1983).
Hasta 1940 el crecimiento de Iztapalapa fue lento. A partir de esta fecha experimentó un crecimiento increíblemente acelerado; de tal forma que en 1970, año de la expropiación chinampera, la población del municipio era 20 veces más grande que en 1940 (Nolasco, 1981). Esta población de 550,980 personas en 1970 se dobla de nuevo para 1980, año del desalojo, y actualmente se estima una población de más de un millón y medio de habitantes (DDF, 1982).
Con este crecimiento acelerado, la llegada de los migrantes y los cambios de usos de suelo, de agrícola a industrial o habitacional, junto con la desaparición del agua, hubo cambios en la estructura ocupacional de las familias chinamperas. Castillo (1983), analiza el deterioro de las actividades agrícolas y su progresiva sustitución por actividades urbanas (transformación y servicios) en Iztapalapa entre 1930 y 1950.
Codeur (1979) en su justificación de la expropiación de las chinamperías menciona el acelerado proceso de cambio en Iztapalapa de su status agrícola a uno urbano, y que era una de las últimas oportunidades territoriales extensas en posesión del DF, con una extensión de 327 hectáreas.
Esta sección está basada en un análisis de escritos del D D F y de la prensa y testimonios de los ex -chinamperos.
En abril de 1970 se publicó el decreto presidencial que declara de utilidad pública la construcción de una Central de Abasto para la Ciudad de México. En la zona expropiada para tal efecto se encontraban las chinampas de Iztapalapa.
Según los testimonios de los ex-chinamperos, las autoridades de la delegación de Iztapalapa anunciaron la expropiación en la explanada enfrente de la delegación. Argumentaron los beneficios de la Central de Abasto, aclarando que se indemnizaría a los chinamperos por sus tierras y que les entregarían además otros terrenos, para que pudieran seguir con su actividad productiva.
Desde 1970 hasta la fecha, la cuestión de la expropiación y la indemnización no ha sido resuelta. De los aproximadamente 1650 jefes de familia, todavía no se ha indemnizado a unos 200 de ellos.
En 1970, año de la expropiación, la primera oferta fue de $15 m2 . Para entonces, el D.D.F. reconoce que los predios expropiados en su mayoría son tierras de cultivo y que la mayoría de los campesinos carecen de títulos debidamente legalizados porque las tierras se han transmitido por herencia o compraventa.
Un año más tarde se aumenta el valor a $20 rrt y en 1973, reconociendo que "son terrenos de cultivo valioso y que será muy difícil para los afectados adquirir otros de la misma calidad, para continuar sus actividades ya que los mismos constituían su única fuente de trabajo", se incrementa la indemnización a $40 m2 , más un lote urbanizado con superficie de 120 m2 en la zona sur del pueblo de Iztapalapa.
Esta representó la mejor oferta de los 15 años de negociación; nunca se mejoraría. Más aún: en 1978 se vuelve a aplicar un valor unitario de $20 m2 . Es hasta 1980 que se ratifica el convenio previo y se vuelve a pagar $40 m 2 . En este mismo año se efectúa el desalojo de la zona chinampera, para empezar la construcción de la Central de Abasto, unos diez años después del decreto de expropiación.
El desalojo fue un acto violento, llevado a cabo en la madrugada por la policía montada, destruyendo los cultivos y las construcciones. Incluso hubo "desaparecidos"; por ejemplo, uno de los líderes fue llevado poco antes del desalojo, dejándole en libertad unos diez o doce días más tarde. Con el desalojo se prohibió la entrada de los chinamperos hasta que consiguieron una credencial en la delegación.
Cuando apareció el decreto de expropiación se calculó un total de unas 1,650 familias chinamperas afectadas, organizadas en la Asociación de Chinamperos de Iztapalapa. Al enterarse del decreto, hubo acuerdo de interponer un amparo, argumentando la productividad de la zona y la existencia de otros lugares apropiados para la construcción de la Central de Abast9.
Estuvieron unidos durante los primeros dos años, hasta que dos dirigentes firmaron con las autoridades el retiro del amparo aceptando la indemnización de $40 m2 , junto con un lote o 50 mil pesos. En este momento se rompe la unidad. Parece que una minoría acepta esta indemnización mientras que la mayoría lo ve como una traición de parte de los líderes, y siguen luchando. Se dividen, sin embargo, en tres grupos con distintos objetivos, mientras que algunos luchan para defender sus tierras y seguir trabajándolas, otros buscan obtener una mayor indemnización.
Todavía quedan unos 200 chinamperos que no han aceptado la indemnización de $40m2 .
El 21 de noviembre de 1982, día en que se inauguró la nueva Central de Abastos, se calculaba el valor del suelo en $70.000 metro construido. Para ese entonces la cifra de costo de la nueva Central oscilaba entre 16 y 18 mil millones de pesos para la Central de Abastos más grande y más cara del mundo. Según una auditoría posterior, parece que realmente costó 46 mil millones de pesos, financiada en gran parte por préstamos de bancos extranjeros. Actualmente, el D.D.F. está pagando millones de pesos en intereses diariamente.
Todavía hay chinamperos que no han recibido la indemnización por la expropiación de 1as chinampas de Iztapalapa en 1970.
Para contestar esta pregunta vamos a resumir las características que permiten y justifican su existencia y sobrevivencia. Luego revisamos aquellos factores que conllevarían a su destrucción:
El agroecosistema de 1as chinampas es reconocido como uno de los más productivos en el mundo. Tradicionahnente optimizaron el manejo de los recursos naturales del Valle de México. Utilizando técnicas manuales con herramientas artesanales lograron un uso continuo del suelo sin agotarlo ni contaminarlo, produciendo una amplia variedad de cultivos con alto valor nutritivo para abastecer a la ciudad de México. Como agroecosistema, las chinampas eran autosuficientes, capaces de sostenerse por tiempo indeterminado. La evidencia que sostiene esta afirmación son sus 2000 años de existencia.
En 1980 en Iztapalapa desaparecen, sin embargo, las chinampas. A través de su historia, las chinampas dependieron de su relación con 1as condiciones ambientales por un lado y socio-políticas por el otro:
En los tiempos prehispánicos, una explotación óptima de los recursos naturales facilitó el crecimiento político-urbano y la producción agrícola se encontraba eS'tréchamente vinculada con la economía urbana (Castillo, 1983). A partir de la conquista surgen conflictos entre la ciudad y las chinampas. A lo largo de los siglos la ciudad se impone para proteger a los ciudadanos de inundaciones y abastecerles con agua -por eso la desecación de los canales y los lagos y el entubamiento de los manantiales. Más adelante no sólo la ciudad deja sin agua a 1as chinampas, sino que también contamina 1as aguas y suelos aún existentes, por los afluentes industriales y aguas negras. La transformación urbana reciente implica también cambios en los usos de suelo: así, tierras agrícolas se convierten en suelo urbano para habitación, industria y comercio. Los recursos naturales esenciales para la producción chinampera se agotan paulatinamente.
De este modo, los chinamperos se encontraron atrapados entre el deterioro de las condiciones ambientales por un lado, y la presión de la expansión urbana por el otro. Se enfrentaban a la reducción del valor de sus tierras en términos de su productividad agrícola y simultáneamente al aumento del valor de ellas como suelo urbano.
Aunado al cambio en el valor y uso potencial del suelo, los chinamperos se enfrentaron a los cambios ocupacionales en la zona de Iztapalapa ( de agrícola a servicios o industrial), Peña (1980), estudió el paulatino abandono del trabajo agrícola en una zona chinampera de Xochimilco. Encontró que mientras la productividad chinampera medida en rendimientos por superficie es muy alta, resulta muy baja en términos de trabajo invertido, y segundo, comparando los costos de producción con las ganancias por los bajos e inestables precios de los productos perecederos al entrar al sistema de distn1>ución y comercialización. Así, trabajos asalariados no agrícolas pueden ofrecer mayor seguridad e ingresos.
Por todo lo anterior, la respuesta acerca del destino de las chinampas es que, a pesar de su capacidad interna de sostenerse, siempre han dependido de la relación con la sociedad en su conjunto. Por eso se volvió inevitable la desaparición de las chinampas de Iztapalapa dentro de la transformación urbana experimentada. Las chinampas no pudieron sobrevivir un proceso de "desarrollo" que les abate en lo ambiental, comercial y urbano: sobrepone los intereses de la ciudad sobre las necesidades de la producción agrícola, promueve la industrialización sin controlar la contaminación, produce una expansión urbana sin planificación y se caracteriza por permitir una doble especulación tanto con el suelo urbano como con los productos perecederos ( o sea, afectando los usos alternativos de las tierras de las chinampas ).
Es ironico, o más bien contradictorio, que los chinamperos, víctimas de este proceso de desarrollo, en el cual no fueron considerados por el Estado, finalmente pierdan sus tierras cuando el Estado promueve su proyecto de "modernización del abasto", un gran "polo de desarrollo", ejemplo de un desarrollo urbano planificado.
Existe la posibilidad de garantizar la continuidad de las chinampas y su contn1>uci6n al abasto de la ciudad pero dentro de otra concepción del desarrollo. En este caso se protege el medio ambiente, y las chinampas forman parte de las reservas ecológicas, áreas verdes productivas apartadas del mercado de suelo urbano, que complementan las áreas verdes recreativas.
Es importante analizar la participación en la lucha por la indemnización dado que la comunidad chinampera era bastante unida antes de la expropiación, pero se dividieron en varios grupos durante los úhimos diez afios.
Primero hay que caracterizar a la comunidad chinampera. Entre los chinamperos se encontró una fuerte identidad con la tierra y la actividad productiva (Almaraz y Hemández, 1984), y con sus barrios como espacio residencial y cuhural (López, 1984). Las chinampas son pequeñas propiedades y la unidad productiva es la familia.
Las redes de parentesco e intercambio que caracterizaban la organización del trabajo son reflejadas en la distribución espacial de la vivienda. Castillo (1983) encontró~ apellidos entremezclados entre los habitantes de los ocho barrios de lztapalapa. Muchas familias vivían en un conjunto de vecindades familiares (entre dos y seis familias), compartiendo un patio, patrón que corresponde a model~s residenciales y de organización social prehispánica. Hay todavía una fuerte identificación con el barrio de residencia, su santo y sus fiestas, y todavía hay mayordomos. Cada barrio tiene la fiesta de su santo, y además todos celebran juntos la Semana Santa, el "&eñ.or de la Cuevita" y una peregrinación anual a la Villa de Guadalupe, donde llevan portadas de flores y verduras (López, 1984).
Parece ser que la posición adoptada frente a la expropiación dependía de una serie de factores, empezando por la relación con la tierra. Ya había cambios ocupacionales entre algunos chinamperos, especialmente entre la gente joven. Por lo tanto, no existía la misma identidad y compromiso con la tierra entre asalariados en la industria, servicios y comercio, y entre los trabajadores agrícolas. A veces implicaba divisiones entre miembros de la misma familia.
Paralelamente, hubo diferencias en la percepción y expectativas del futuro de las chinampas. Algunos reivindican la viabilidad de las chinampas, y el derecho de seguir trabajándolas; otros ya vieron su desaparición como inevitable.
Si un factor crítico para entender las diversas formas en que se enfrentó la expropia ción era la tierra, o sea, la relación del individuo con ella y la percepción de su destino como agroecosistema, el otro factor fundamental era el Estado, su intervención y las representaciones de su poder.
A lo largo de las negociaciones acerca de la expropiación, las autoridades han logrado una política de dividir y vencer y de desgaste. Por un lado, siempre han ofrecido indemnizaciones muy bajas. Luego reconbcen que les falta a muchos chinamperos los documentos por la antigüedad de las herencias o por contratos de compra-venta, anuncian que aceptan otro tipo de comprobación, pero se aprovechan de la inseguridad creada entre algunos de los chinamperos, para presionarlos para aceptar la indemnización frente al riesgo de no recibir nada. También los chinamperos denuncian la presencia de colonos que recibieron indemnización sin ser chinamperos. Además, se dio la "traición" de ciertos líderes que se vendieron y la represión de otros que seguían luchando en def ensa de las tierras. González (1984) comparó las representaciones del poder y control del Estado y de la organización chinampera entre personas indemnizadas y no-indemnizadas. Típicamente los indemnizados argumentaron que frente al Estado no se puede hacer nada:
"Ni por mucho que nos hubiéramos unido, no podríamos contra el gobierno", "sí: traían a la policía montada ¿y qué hacíamos nosotros contra ellos?", "nos hubieran muerto si nos ponemos con la policía, ellos estaban armados y nosotros ¿con· qué?", "los que no hubieran muerto, se los llevan presos, hubiera sido peor".
Respecto a la posibilidad de organizarse, argumentan: "qué va a hacer uno, nada más rogar a Dios para que no sigan habiendo injusticias", "la política es muy sucia, a mí me gusta la honradez y en la política no se puede ser honrado". "Así es, meterse en política es acarrearse problemas de gratis ¿para qué?", "una como mujer, que se va a meter en eso", "en esas organizaciones mo ten para política y ya le digo a mí no me gusta".
Los argumentos &cerca del Estado y la organización política entre los no-indemnizados apuntan acerca de Ja expropiación: "Si hubieran visto unidad, habría habido más fuerza para reclamar", "Sí, faltó mucha unidad, se dividieron en grupos que nunca se pusieron de acuerdo", " ... con la traición de nuestros líderes ya nos separamos todos", "a algunos ya no les interesaba la tierra y ya que quisieron aceptar lo que les dieran", "mi papá no quería vender por ningún precio, él quería la tierra, pero algunos sí querían vender, y ahí vino la división", "pero le digo, si t.1dos se hubieran unido y se hubieran puesto en no recibir e] pago, les hubieran tenido que arreglar".
En cuanto a Ja organización opinan: "Fíjese que se logra más así entre todos", "la unión hace la fuerza", "si uno tiene la posibilidad de defenderse o defender a otro de una injusticia, hay que hacerlo", "tratamos ahorita mismo, están cometiendo una injusticia con nosotros: pero no hemos conseguido nada".
Con estas reflexiones de los chinamperos hacemos un corte en la historia de las chinampas de Iztapalapa, parte de la historia de la Ciudad de México. Sin embargo, para que exista una historia es importante que esté vivo el recuerdo, la memoria de un pasado común. "Ejercer la memoria urbana es a la vez un acto social y político. Social, dados sus contenidos, los objetos que se aplica; político, porque implica -reconocer las aspiraciones y proyectos de un grupo social". (Aguilar, 1984).
El estudio de los chinamperos de Iztapalapa se llevó a cabo realizando ]as siguientes actividades:
Un análisis documental de la tecnología, orígenes y desarrollo de las chinampas.
Recopilando historias orales y testimonios de los ex-chinamperos.
Investigación de la representación de la tierra; redes de intercambio y parentesco, y el locus de control entre los chinamperos.
Elaboración de un programa de video: "Memoria de las Chinampas" y un cartelfolleto de difusión.
Trabajo sobre la identidad cultural entre niños de una primaria de los barrios ( dibujos, entrevistas con abuelos, discusiones en grupo, periódicos murales).
Difusión del video con ex-chinamperos, los niños de la primaria, y en la UAMIztapalapa y Azcapotzalco.
Un diagnóstico del Cerro de la Estrella y un proyecto de rescate histórico-ecológico y recreativo.
Este estudio es un trabajo colectivo realizado por habitantes de los barrios de Izta· palapa, junto con maestros, alumnos y per· sonal técnico de la UAM-lztapalapa.
Por parte del área de Psicología Social la investigación de los Chinamperos de lztapalapa durante 1984 fue llevada a cabo por: Trinidad Almaraz Ovando, Lourdes Castro Gómez, Bemardita González Zuloaga, Jorge Gutiérrez Sánchez, Imelda Hemández Lona, Rocío O]guín Varela, Magdalena Revah Lacouture, Anne Reid, Leticia Casanova Rodas, Janet de la Serna José, Martha López Huebe y Jaime Medina Ramírez.
La responsabilidad por la redacción de este trabajo y su revisión queda con Anne Reid y M. Angel Aguilar, respectivamente.